Las apuestas del Distrito para ordenar a Bogotá
Por: REDACCIÓN BOGOTÁ |
El capítulo más amplio del POT es el ambiental.
Foto: Archivo / EL TIEMPO
Ampliación del centro, cambios en uso del suelo y peajes urbanos, plan para ‘remodelar’ la capital.
En los próximos 15 años, la anatomía de Bogotá cambiaría por completo: crecerá hacia arriba en el centro y edificios bajos en la periferia; tendrá más zonas verdes, así como tiendas y droguerías en cada cuadra. Lo anterior, si se aprueba el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) que la Administración le presentará en enero al Concejo, para reemplazar el de hace doce años.
El proyecto de la Alcaldía es ambicioso. Plantea un modelo de ciudad donde los propietarios de edificios y las personas de estratos más altos paguen la construcción de viviendas para poblaciones vulnerables. Incluso propone que ricos y pobres vivan en los mismos barrios.
Además, implica un cambio de cultura. Los bogotanos, acostumbrados a usar sus vehículos particulares, pagarán peajes urbanos, porque contribuyen al trancón.
A esto se le suma que barrios de tradición residencial comiencen a ver la proliferación de negocios de pequeña escala, como una estrategia para disminuir los desplazamientos de una localidad a otra y estimular la creación de nuevos comercios.
Esta mezcla de usos del suelo tiene en los residentes sus mayores detractores. «Traerá inseguridad, problemas de movilidad, mal parqueo, contaminación auditiva y desaseo», señalan voceros del barrio Santa Ana, uno de los más residenciales.
No obstante, el secretario de Planeación, Gerardo Ardila, afirma que «se apunta a la disminución de la segregación«. Paolo Bruno, residente del barrio Antiguo Country, no está de acuerdo. «Esto no reduce diferencias. Aumenta el malestar de la comunidad al ver que se legaliza lo que es ilegal» en lo relacionado con algunos negocios.
1. Medio ambiente, eje urbano
El capítulo más amplio del POT es el ambiental. La Administración prioriza zonas verdes, fuentes hídricas y parques antes que la construcción, y condiciona a esta última según el impacto ambiental que genere.
Así, el Plan amplió las áreas protegidas de los humedales El Burro, Jaboque, Tibanica, Tibabuyes, La Conejera y Torca – Guaymaral, además de crear dos nuevos cuerpos de agua: los humedales La Isla y El Salitre.
El documento también redefine los límites de las zonas inundables y las de alto riesgo, y estipula que puedan convertirse en parques especiales para esparcimiento, una vez sean «recuperadas y estabilizadas», para la recuperación ambiental y evitar la proliferación de asentamientos urbanos en esas zonas.
Para esto, se crean cuatro nuevos parques concertados con la CAR, por estar en zonas vulnerables : el Torca – Guaymaral, el del río Bogotá, el Yopal y el Altos de la Estancia.
2. Edificios tan altos como sea posible
El Distrito permitirá que los nuevos proyectos de construcción en el ‘centro ampliado’ no tengan límite de altura, bajo dos condiciones.
La primera es que se destine el 20 por ciento del área construida para Vivienda de Interés Prioritario (VIP). Las firmas tendrán tres opciones: reservar parte del terreno del proyecto -lo que pondría a estratos 1 a 5 a vivir juntos y a pagar una misma tarifa de servicios públicos-; pagar al Distrito un valor equivalente o entregar un área en otra zona de la ciudad.
La segunda condición es que reserve espacio para áreas verdes, vías y colegios, proporcional a la altura de los edificios. No obstante, ese crecimiento «hacia arriba» resulta preocupante, cuando la red de acueducto y alcantarillado ha demostrado ser insuficiente para el abastecimiento, como ha sucedido en barrios como Cedritos (norte), donde ya hay muestras de sobrecarga. Por el contrario, fuera del ‘centro ampliado’ se restringirá el número de pisos por proyecto.
3. Pagar por congestionar vías
El nuevo Plan de Ordenamiento prevé la creación de peajes urbanos en vías de alto tráfico y de zonas donde se harán cobros por congestión a vehículos particulares.
El dinero recaudado será destinado a obras de infraestructura vial y de transporte público y al mantenimiento de los corredores vehiculares.
Con esto, la Administración distrital pretende cobrarles a los ciudadanos por congestionar la ciudad y contribuir con el caos vehicular, para privilegiar el uso del transporte público.
Aunque las zonas y vías específicas donde se hará este cobro no han sido definidas, la Secretaría de Movilidad anunció que empezaría por hacer pilotos en Galerías, el centro, Restrepo y la calle 72.
4. El fin de las zonas residenciales
La propuesta de densificación de la ciudad exige también que se acaben las zonas exclusivamente residenciales o comerciales, para que el uso del suelo se combine con actividades económicas no intensivas (tiendas y droguerías de barrio, por ejemplo). A pesar de la resistencia de los vecinos, que sienten que la medida estimulará el desorden en los barrios, la Alcaldía considera que se pondrá orden a este fenómeno que ya existe de manera ilegal y que, en palabras de Ardila «se abre la posibilidad de que los ciudadanos puedan trabajar en el sector donde viven». No obstante, el POT delimitará las áreas donde se podrán hacer actividades intensivas (bares, restaurantes de gran envergadura, centros comerciales, etc.), para separarlas de las residenciales.
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