La Macarena: el barrio gourmet arriba de la plaza de toros

Es muy difícil desligar el nombre del barrio de los sabores cosmopolitas de sus muchos y excelentes restaurantes. Pero no sólo es esa la ventaja del barrio: una ubicación privilegiada al borde del pulmón verde de los cerros, vistas magníficas de la ciudad, parques y actividad cultural.

La Macarena ha sido el barrio de los sueños de los jóvenes estudiantes desde hace dos décadas. Casas familiares tradicionales construidas en los años cincuenta y sesenta, edificios de apartamentos discretos, precios moderados, un ambiente de tranquilidad inigualable. Los jóvenes profesionales que disfrutaron del centro durante sus estudios empezaron a tener dinero para irse a vivir a la zona, y así se configuró su proceso de gentrificación o aburguesamiento. Los precios de los inmuebles empezaron a subir, y aparecieron diversos proyectos de construcción que se concretaron constante y paulatinamente. Al mismo tiempo, unos residentes con mayor poder adquisitivo y altos niveles socioculturales atrajeron al sector más activo del comercio: el de los restaurantes de gama alta.

La oferta empezó con unos pocos pero exclusivos sitios que muchos funcionarios públicos frecuentaban, dada la cercanía a sus despachos. Al cabo de no más de cinco años, cada casa de la carrera 4A entre las calle 27 y 30 albergaba un restaurante. La fiebre se extendió por todo el barrio, hasta convertirse en su más destacada característica. Sin embargo, el barrio se resistió a perder su carácter. Los residentes siguen queriendo tener un barrio tranquilo, no una zona rosa.

A mi modo de ver es una falacia que la fama de bohemia del barrio esté relacionada con el hecho de que muchos intelectuales, académicos y artistas vivan allí. Esa conexión entre la academia y la juerga es bastante injustificada, y se basa en los borrosos recuerdos de juventud de muchos profesionales. Quien se decide a vivir allí lo hace por su cercanía a las principales universidades, bibliotecas y despachos públicos o de negocios, no por la vida nocturna de la zona. Durante un período al final de los años ochenta, varios locales nocturnos ubicados sobre la carrera 5 con calle 26 convirtieron al sector en un sitio relativamente peligroso, pero las familias que el barrio albergaba, preocupadas por el bienestar de sus hijos, lograron erradicarlos. Los restaurantes, una especie más pacífica de locales de vida nocturna han prosperado gracias a que mejoran el sitio, no a que lo dañan.

Uno de los más interesantes desarrollos arquitectónicos de Bogotá, las Torres del Parque o Torres Salmona, ubicado arriba de la plaza de toros de Santa María, también contribuyó a que el barrio fuera muy apetecido como sitio de residencia desde los años 80. La renovación del Parque de la Independencia, al lado del Planetario Distrital, consolidó luego ese ambiente pacífico que buscan sus moradores, quienes pasean allí a sus perros a mañana y noche, aprovechando para conocerse: hay un cierto quien-es-quien en la zona.

Definitivamente es uno de los sitios más agradables para vivir en Bogotá, y por eso lo escogimos para iniciar este recorrido por la ciudad.

Publicado por Viva Real portal inmobiliario

 

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